Desmitificando cómo las personas perciben el tiempo
Por VIOLET ZANZOT— vmzanzot@ucdavis.edu
Traducido por: Paulo Bazán Bustamante
Tal vez el pánico sobre el futuro sea una respuesta al pasado. Si creemos que vivimos en el fin de los tiempos, es posible que esta idea sea errónea. Por alguna razón, los humanos hemos sido capaces de hallar la cura a diferentes males y dar solución a una gran cantidad de problemas. Esta mezcla de elementos ha hecho posible que podamos vivir en la era en la cual nos encontramos. El fatalismo sobre el futuro quizás se deba a la narrativa vertida por las redes sociales —tan populares entre los jóvenes de nuestra generación—. Pero cualquiera que fuese la causa, las personas suelen pensar que su futuro está escrito en piedra o es algo predestinado e improbable de cambiar.
Resulta casi cómico el contraste entre la ansiedad constante sobre el futuro y la nostalgia que existe en la cultura popular. En el cine, la moda y la música existe una tendencia clara hacia el pasado. Nuestra generación se encuentra atrapada entre dos ejes temporales: la incertidumbre del futuro y la añoranza del pasado.
Parece que, a medida que el consumismo y la tecnología han ido evolucionando, la ansiedad sobre el futuro ha aumentado en escalas alarmantes. A pesar de esto, también es posible observar un cambio cultural hacia la idealización del pasado. Este creciente sentimiento de nostalgia nos remite no solo a épocas que tal vez no hayamos vivido, sino que también nos evoca recuerdos arraigados a nuestra infancia, como películas autobiográficas o los infames test de personalidad de Facebook o Instagram.
Al mismo tiempo, la tecnología nos ha permitido acceder al pasado de formas sin precedentes. Nunca había sido tan fácil vernos a nosotros mismos a lo largo de nuestra vida gracias a la portabilidad de una cámara y sus fotos almacenadas. Estas, más que fotografías, constituyen una suerte de historia viva de nosotros. Igualmente, usamos la cultura y los medios de comunicación para adentrarnos en el pasado. Solo basta recurrir a cualquier película, serie, canción o prenda, y podremos tener por lo menos alguna referencia de una época pasada.
¿Qué implica todo eso? ¿Podría ser positivo que estemos en un limbo constante entre dos épocas tan diferentes? El mundo está girando y se aleja constantemente de nosotros, lo que nos imposibilita seguirle el ritmo. Hay aspectos de nuestra sociedad que parecen irrecuperables. Es triste dejar de lado aspiraciones de nuestra niñez, como crear una banda de rock mundialmente conocida o ser el próximo Pelé. Sin embargo, es más triste lo fácil que hemos reemplazado interacciones reales con fríos «taps» en nuestros teléfonos. Aparentemente, gran parte del pasado parece guardar un indescriptible sentimiento de amabilidad y acogida.
Pero no todo está perdido. Nuestra generación está cambiando, aunque a veces parezca que nos cohíbe tomar decisiones en el presente y hacerlas nuestras. La verdad es que ya están sucediendo cambios ante nuestros ojos. Una nueva clase política está siendo elegida, nuevas propuestas están siendo votadas y opiniones están siendo dadas y manifestadas. El tiempo no es un mal, pero darle cabida para que dicte nuestras vidas sí lo es. Tal vez nos haga falta aprender del pasado y pensar sobre el futuro, todo esto mientras vivimos el presente.
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